El héroe misterioso
Dos años atrás, Hannah y su padre estaban volviendo en el automóvil de una reunión de negocios fracasada. El trato se había derrumbado en el último momento. Su supuesto socio resultó ser un fraude y, además, un peligroso. De camino de regreso, notaron que una camioneta negra los seguía. Al principio, la ignoraron. Luego, otra se les unió.

El conductor intentó deshacerse de ellos, pero no funcionó.

Pronto se vieron atrapados en un camino estrecho fuera de la ciudad.

Hannah y su padre saltaron del automóvil, con la esperanza de huir, pero ninguno de los dos vehículos se detuvo, sino que aceleraron y se dirigieron directamente hacia ellos.

En ese momento, Hannah se quedó pertificada. Pensó que todo había terminado. Estaba segura de ello.

Pero antes de que los automóviles llegaran a ellos, alguien literalmente cayó del cielo.

Un hombre se posó entre ellos y los automóviles y detuvo ambos vehículos con las manos desnudas. El suelo se partió debajo de él, los capós de los automóviles se deformaron y todo se detuvo.

Hannah recordaba estar allí, sin habla, con el corazón latiendo a mil por hora.

Parecía alguien de una película.

Ella intentó hablar, pero él no le dio oportunidad de hacerlo. Desapareció tan rápido como llegó.

Desde ese día, no dejó de pensar en él.

Cada hombre que conoció después, lo había comparado con él y ninguno se le acercaba ni a los talones.

Ni siquiera Derek.

***

—¿Hannah? —Alguien la llamó.

Ella no respondió, porque sus ojos estaban fijos en el hombre que estaba al otro lado de la sala. Se veía diferente en aquel momento. Más alto, mayor. Pero ella sabía que era él.

Sin pensar, corrió.

Derek, que la miraba desde unos metros de distancia, sonrió para sus adentros. Uno de sus hombres se inclinó y le dio un toque en el hombro.

—¿Hannah? —uno de los invitados parpadeó—. ¿No es...?

Otro de los hombres de Derek le dio un suave toque en el hombro.

—Señor, es su prometida. Parece que viene hacia aquí.

Derek se volvió y su rostro se iluminó con una sonrisa boba.

—¿Ella viene corriendo hacia mí? —murmuró entre dientes—. Todo este tiempo, he estado queriendo conquistarla.. y ahora finalmente se está enamorando de mí.

Se acomodó el cabello, ajustó su corbata y abrió los brazos con anticipación.

—Hannah. ¡Te ves impresionante! Ven aquí, cariño —dijo con los ojos cerrados y sonriendo.

Pero luego...

Ella pasó justo por delante de él.

La sonrisa de Derek se congeló y la multitud soltó un suspiro.

Y luego ella abrazó a Jaden.

—Tú eres ese hombre... —susurró—. El de hace dos años. Nunca te he olvidado.

Jaden se quedó rígido, con los brazos a los lados, completamente sorprendido.

Incluso con toda su fuerza y disciplina, no estaba preparado para eso.

Derek se dio la vuelta lentamente, con una expresión de incredulidad en el rostro.

— ¿Qué...?

Los susurros se propagaron por la sala.

—¿Qué demonios pasa con la señorita Winston? ¿Está engañando al señor Thornfell justo delante de sus narices?

—¿Está loca?

—¡Cualquiera menos este arrogante extraño!

—Ya veo, entonces es por eso que este extraño vino a la fiesta en primer lugar.

—No solo se está humillando a sí misma, sino a toda su familia. ¡Patética!

Todos la criticaban, mientras Derek se quedaba atónito y avergonzado.

Antes, cuando eran niños en Ravenmoor...

Él era el niño callado con zapatos rotos, demasiado pobre para encajar. Ella era la chica de una familia poderosa que ignoraba las habladurías de la gente y se sentaba a su lado de todos modos.

Cuando los demás se burlaron de él, ella lo defendió.

Ella le hizo espacio en un mundo que no lo quería.

Hannah Winston había sido su única amiga.

Si no hubiera sido por ella, Jaden no estaba seguro de que hubiera sobrevivido en esa escuela con su hermana.

Había guardado esa bondad en su corazón y nunca la olvidó.

Así que cuando la volvió a ver esa noche, asustada, atrapada y desamparada, no dudó.

Pero él no había querido que lo reconociera. Había mantenido su rostro en las sombras, era solo otro extraño que pasaba por allí. Eso era lo más seguro, para ambos.

—Yo soy Hannah Winston —dijo suavemente, dando un paso atrás para verlo mejor—. Pero puedes llamarme simplemente Hannah.

Sonrió y mostró una calidez en sus ojos, por el reconocimiento y algo más, algo más profundo.

—¿Puedo saber tu nombre?

Jaden se detuvo y su corazón latió fuertemente.

Luego le dio el nombre que siempre usaba cuando quería permanecer oculto.

—Mi nombre es... Lee Rift.

—Lee Rift —repitió, inclinando la cabeza—. Es curioso. Yo solía tener un amigo muy cercano con ese apellido.

Echó una pequeña carcajada y luego miró hacia abajo, mientras su sonrisa se desvanecía—. No lo he visto en más de diez años. Me pregunto dónde estará ahora...

El pecho de Jaden se apretó.

Ella no lo sabía. Aún no.

Pero todavía lo recordaba.

—Ese amigo tuyo —dijo en voz baja—. Cuando sea el momento adecuado lo volverás a ver.
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