El cuerpo de Stanwell aún se retorcía donde Jaden lo había dejado, y su rostro había sido golpeado hasta quedar irreconocible. Su sangre ni siquiera se había secado, pero el estadio ya se había convertido en un auténtico caos. Los aficionados gritaban, algunos se arrastraban por encima de los asientos, mientras que otros se precipitaban hacia las salidas como animales huyendo del fuego. Incluso los jefes del bajo mundo se deslizaban entre el caos, arrastrando a sus escoltas armados con ellos.
Jaden no se apresuró, él estaba tranquilo, con las manos en los bolsillos.
Él bajó del ring como si nada hubiera pasado, pero entonces, justo antes de poder pasar la barandilla de la zona VIP, notó algo.
Un hombre se puso de pie, luego otro, después cinco más, y así se fueron sumando de a poco hasta que fueron quince.
Ellos eran como sombras desprendiéndose de la multitud.
Jaden los examinó a todos con la mirada y dedujo que ellos no eran espectadores comunes, ya que no tenían miedo, ni esta