Mientras tanto, de vuelta en la arena.
El público se inclinó hacia delante en silencio mientras Lucian cargaba. Sus ataques eran implacables, un borrón de velocidad y potencia que pocos podían siquiera seguir con la mirada, mucho menos igualar. Jaden bloqueaba y desviaba, pero estaba claro: Lucian ya no estaba jugando.
Iba a matar. ¿Y Jaden? Jaden seguía de pie.
Los pies de Lucian se movían con la gracia de un bailarín, pero sus puños golpeaban como martillos. Lanzó una patada giratoria, un rodillazo, una combinación de jabs que terminó en un codazo brutal, solo para que Jaden se agachara, pivotara y contraatacara. Pero esta vez, Lucian no retrocedió.
Estalló.
—¡Ya basta! —gritó Jaden.
Una repentina explosión de energía surgió de su núcleo. En un parpadeo, giró el cuerpo, preparó el puño y lo estrelló en el pecho de Lucian.
El impacto resonó como un trueno. El cuerpo de Lucian salió disparado a través de la arena como un misil. Golpeó el suelo con fuerza, rebotó una, dos veces, y luego