—¿Eh?
La cabeza del hombre se sacudió violentamente hacia atrás al escuchar la voz de Jaden, y sus ojos se entrecerraron con fastidio. Su cuerpo sucio aún se cernía sobre la mujer temblorosa, con una mano apretada contra la boca de ella mientras gemía debajo de él.
—¿Quién diablos se supone que eres tú? —ladró el hombre, mirando a Jaden con la furia de un animal interrumpido en plena cacería.
La expresión de Jaden se mantuvo tranquila. Sus ojos, afilados como cristales, escanearon la escena con un destello de asco.
—Eres demasiado impaciente para ser un perro —comentó Jaden en voz baja, con un tono venenoso—. Si vas a atacar a alguien, al menos encuentra un lugar donde no te interrumpan.
El hombre arrugó la frente, confundido por un instante.
—¿Qué demonios estás diciendo?
—Estoy diciendo… —Jaden dio un paso al frente, y sus botas aplastaron la hierba suave del pantano—. Si hubieras escogido un mejor lugar, tal vez tendrías alguna oportunidad de salir con vida.
Su voz bajó de tono.
Lo