Capítulo Setenta y Cinco. Bajo la ceniza
El silencio tras la batalla era un silencio roto.
No por los muros caídos ni por las grietas en el suelo… sino por el temblor que quedaba en cada respiración.
Rowan, aún sangrando, ayudó a Kael a ponerse en pie.
El contacto entre ellos fue torpe, pesado, pero real. Dos hermanos que se habían herido… y que se habían salvado.
Lyra los miró a ambos, con el corazón desbordado de algo que no sabía si era alivio o miedo a lo que vendría.
Morgana se apartó un paso, cansada. El esfuerzo de contener la magia oscura le había dejado el rostro más pálido que nunca.
Su voz fue apenas un susurro:
—Aún no estamos a salvo.
Kael, con el brazo sobre los hombros de Rowan, frunció el ceño.
—¿Qué quieres decir, Morgana? —preguntó, la voz ronca, rota por el esfuerzo.
Morgana alzó la mirada hacia la sala rota, donde los ecos de la sombra aún parecían susurrar desde los muros.
—La magia negra nunca desaparece por completo. Se retira, se esconde… hasta que encuentra ot