Capítulo Setenta y Seis. Donde duerme la oscuridad.
El viento nocturno se colaba por las grietas del salón roto, llevando consigo el olor a madera quemada, a tierra húmeda… y algo más. Un susurro, como una promesa maldita.
Kael, Rowan y Lyra permanecían de pie, hombro con hombro. El silencio entre ellos no era vacío: era una tregua, frágil, tejida con hilos de sangre, culpa… y un amor que ninguno terminaba de soltar del todo.
Morgana avanzó, apoyándose en su bastón de roble negro. Sus ojos, tan viejos como el primer canto de la Luna, recorrieron el rostro de cada uno.
—No hay tiempo que perder —dijo, su voz retumbando en los muros agrietados—. El mal que hemos sentido… no es nuevo. No nació con ustedes. Duerme desde hace siglos, aguardando a que la manada se divida.
Rowan frunció el ceño, su mandíbula apretada.
—¿Qué es, Morgana? Dilo claro.
La bruja bajó la mirada, como quien recuerda un nombre que preferiría olvidar.
—El Primer Lobo. Aquel que mordió la Luna y fue maldito a la sombr