Capítulo Cincuenta y Siete. La sangre quiere venganza
La mañana llegó, pero Lyra no se levantó de inmediato.
Tenía el cabello enredado, una mano aferrada a la manta y a un dragóncito dormido que respiraba contra su pecho. Liam murmuraba cosas incomprensibles entre sueños. Una de sus manitas se aferraba a la tela de su vestido como si aún protegiera a la princesa de los lobos malos.
No quiso moverse. No quería soltar esa paz que parecía tan frágil.
Pero alguien tocó la puerta. Su aroma llegó antes que su voz.
—Lyra... ¿puedo entrar?
Era Kael.
—Sí —susurró ella, aún acunando al niño.
Kael entró con cuidado, y al ver la escena, algo se le quebró por dentro. Había amor en esa imagen. De ese que él no sabía si merecía.
—Despiértalo con dulzura. Hoy desayunaremos juntos… los tres.
Lyra asintió, pero no dijo nada más. Mientras Kael salía, una sombra desde el pasillo opuesto se alejaba sin hacer ruido. Rowan lo había visto todo.
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