Capítulo Cincuenta y Seis. La princesa y los lobos malos.
El sol no se dignó a salir del todo esa mañana. Una neblina pesada cubría las torres del castillo, como si el día mismo dudara en avanzar.
Sin embargo, en una habitación iluminada por una lámpara de aceite y el eco de risas pequeñas, el pequeño Liam decidió que el mundo necesitaba más color.
—¡Hoy voy a ser un dragón que canta! —anunció, envuelto en una manta roja que arrastraba por el suelo como una capa real.
Ewan lo miraba desde la puerta, sujetando una taza de té, con cara de haber dormido poco y mal.
—¿No fuiste dragón ayer?
—Sí, pero ayer quemaba cosas. ¡Hoy solo canto y escupo burbujas!
Solene, que acababa de entrar con una bandeja de frutas, se detuvo para observarlo. No pudo evitar sonreír.
—¿Y a quién piensas proteger esta vez?
—A la princesa Lyra, obvio. —Liam se irguió con orgullo—. Hay lobos malos aquí. Y gente que grita mucho. Pero ella me abrazó... a que mi mamá huele como la primavera, a que sí.
La última frase