Capítulo cuarenta y cuatro . El juicio y el vínculo que no puede romperse.

La sala del Consejo olía a incienso y tierra húmeda, como si los muros antiguos presintieran que aquella audiencia marcaría un antes y un después. La luz del mediodía se filtraba por las ventanas altas, proyectando haces dorados sobre la figura encadenada de Lysandra, sentada en el centro del círculo ancestral, custodiada por dos guardianes rúnicos.

Alrededor, los miembros del Consejo de Ancianos observaban con ojos severos. El murmullo del público era apenas contenido por la presencia imponente de Kael, de pie como Alfa y Rey, su voz resonando con una autoridad irrefutable.

—Lysandra, matriarca de la Casa de Lluvia Roja, estás acusada de alta traición, de alterar el destino de la Luna destinada y de emplear magia prohibida para manipular los hilos del linaje real. Este juicio es público, y todas las pruebas serán examinadas con imparcialidad. ¿Tienes algo que declarar?

Lysandra levantó el mentón con dignidad,