Antonella, es una mujer lobo huérfana y esclava de la manada luna plateada, que espera su noche de mayoría de edad para demostrarle a todos que si tiene una loba, pero, la noche llega y los rumores se confirman. Aunque ello le decepciona, espera que su hombre destinado, su compañero de vida, la salve del infierno que vive en su manada, pero, nuevamente descubre que hay un ‘defecto’ en ella, uno que le muestra que su pareja es el alfa de su manada que tan mal la ha tratado, pero, también tiene otros compañeros. Se supone que al ser licántropos solo pueden tener un mate, pero, ella, una mujer sin su espíritu lobo y lógicamente no poder transformarse en una loba, tiene ¿tres compañeros destinados? Y lo peor de todo, uno de ellos es el despiadado y cruel rey alfa. ¿Qué sucederá cuando la sucia, huérfana y esclava Antonella vie la revelación de la diosa Luna mostrándola como una alfa valiosa? ¿Qué hará ella cuando los tres hombres destinados quieren tenerla? ¿Qué puede hacer siendo una mujer lobo sin poder transformarse en loba o usar su espíritu loba?
Leer másEl agua fría sobre mi cuerpo, me hace despertar moviendo mis extremidades por miedo a ahogarme. Pero, no estoy en el agua, en realidad, estoy en mi cama improvisada en el suelo, siendo nuevamente pisoteada por la prometida del alfa de la manada: Eliza Koart.
— Por fin despierta la bella durmiente, pensé que tendría que llamar a nuestro alfa para que te diera el beso que te despertaría del mágico sueño en el que estabas, princesa. — Si fuera una princesa, diría que te has equivocado de historia, porque parezco más cenicienta, pero, en la parte que es maltratada por sus hermanastras y su madrastra. — Antonella, tú no tienes hermanastra. — Parece que nadie lo sabe, porque todos están desesperados para tratarme como esas hermanastras. — digo con enojo. Eliza, se burla y coloca su pie en mi pecho, enterrando su tacón aguja en mi piel. Aunque quiero defenderme, no es posible, será la luna de la manada en la que desgraciadamente pertenezco. — ¿Qué pasa, pequeña basura? ¿Quieres golpearme? — pregunta Eliza sonriente. — Me ha despertado, me imagino que no fue solamente para pisarme. — digo con mi mirada llena de enojo. — ¡Querida, ¿Dónde estás?! — grita alguien fuera del establo donde yo duermo. Eliza, retira su pie de mí, pero, me amenaza con su mirada y su aura que me dice lo lista que está para lastimarme. — Estoy con la sucia Antonella. — dice Eliza. El alfa de la manada, Robert, aparece en su versión lobo, causando que de inmediato me arrodille, temiendo lo peor. Siempre soy violentada en esta manada, pero, peor cuando el alfa está presente, porque eso quiere decir que tengo una nueva misión… una nueva tortura. — Sucia Antonella, prepárate, servirás a los alfas de la sociedad unánime. — dice el alfa Robert. — ¿Por qué vas a llevarla a ella otra vez? No me agrada en lo absoluto que estes con ella en un lugar tan importante. — dice Eliza en su versión lobo. — A los alfas les gusta burlarse de cosas inútiles, por eso, la llevo, después de todo, es una mujer lobo sin su loba. — dice el alfa Robert y su prometida sonríe complacida. La manada Luna plateada, se encarga de recordarme cada segundo de mi vida que soy una mujer lobo que ni siquiera es capaz de sentir la presencia de un lobo. Eso se relaciona a un daño en mi cuerpo que me impedirá tener una loba cuando cumpla la mayoría de edad. Hay mujeres así en otras manadas, por lo que, saben que no será revelado mi lobo y es por ello, que me atacan disfrutando de mis heridas, ya que, por no tener un lobo, no tengo el poder de sanar rápido y eso les causa placer. — Colócate lo mejor, el rey alfa estará ahí y no quiero que se lleve una mala imagen de mi manada. — dice Robert llevándose a su prometida en medio de besos y juegos tontos. — Entonces, hoy no seré capaz de caminar por mi cuenta. — digo levantándome del suelo. Me preparo rápido y salgo con el alfa de la manada que ignora como me lanzan bolas de papel, ropa sucia o fruta dañada que gracias a mi experiencia con ellos, puedo esquivar. El alfa, sube a su auto y yo debo acompañar a los cisnes que serán entregados al rey alfa como regalo. ‘Incluso los cisnes tienen un auto para ellos y los tratan dulcemente a diferencia de mí.’ Me digo mentalmente. El recorrido es largo, pero, yo disfruto de ello, porque aquí no soy empujada, humillada ni maltratada solo por ser una mujer que no tiene poderes de mujer lobo. Pero, la felicidad no tarda mucho, porque frente a mí se muestra un castillo tenebroso que me hace temer lo peor. — Has llegado a tu nueva tortura. — dice el conductor y yo trago duro. — Solo espero que no tarde mucho. — digo y rápidamente mi alfa en su versión lobo, me observa con enojo. Rápidamente, bajo del auto y lo sigo tensionando mi cuerpo, porque los alfas de las otras manadas están presentes con cuchillos, látigos y todo tipo de cosas que sé que usarán en mí. — ¡Robert, me alegra que hayas traído el juguete para divertirnos! — dice el alfa Daniel. — Siempre les he cumplido, así que, toda suya. Recuerden no matarla o no tendríamos diversión para las siguientes reuniones. Sé lo que van a hacer, soy consciente que si no hago algo voy a pasar largas horas de dolor, pero, no puedo huir, fácilmente seria atrapada por no poder transformarme en loba y correr. Así que, solo puedo caminar como un cerdo al matadero. — ¿Ya ha llegado el rey alfa? ¿Se encuentra al menos en casa? — pregunta el alfa Robert. — Esta aquí, pero, no se ha mostrado. Es misterioso, como siempre. — Bueno, jueguen un poco mientras llega. — dice el lobo tomándome del brazo y lanzándome tan lejos, que mis piernas sufren dejándome en medio del salón, aunque estaba a más de diez metros de distancia. — ¡Ese fue un buen lanzamiento! — dice uno de los alfas levantándose para caminar hacia mí. De inmediato, retrocedo, pero, un dolor en mi espalda, me hace gritar del dolor sabiendo que mi tortura comienza. Otra persona me golpea con fuerza y yo comienzo a llorar causándole mucha diversión a los alfas. Ya no intento suplicar, porque eso les divierte, pero, sigo esforzándome por huir de sus golpes, sin embargo, hay muchos alfas rodeándome con feromonas que me debilitan. — ¡Ha llegado el rey alfa! — anuncia alguien y eso entretiene a los alfas que me lastiman por diversión, por lo que, me muevo tan rápido como puedo y nadie me persigue. Todos están tan ansiosos por ver al rey alfa, que olvidan a la pobre mujer que no tendrá su lobo para protegerla de estás heridas ni de alguien. Por lo que, camino por los pasillos desconocidos, deseando nunca volver a la manada que tanto daño me hace. Por fortuna, logro salir del castillo y me adentro en un bosque que espero sea mi protección de esos lobos crueles. — ¡Antonella! — grita el alfa Robert y yo corro sabiendo que mi vida depende de ello. — ¡La buscaremos, señor! — ¡Deben encontrarla y dañarla tanto que no pueda moverse aunque lo desee! — grita el alfa Robert y yo continuo corriendo. ‘Debo dejar la manada. Necesito buscar asilo en otra manada menos cruel antes que me mate.’ Me digo mentalmente. — No sabía que existían lobos desobedientes. Deje una orden clara que nadie podía entrar al bosque esta noche. — dice una voz que me causa temor.Meses despuésDecir que mi vida ha cambiado mucho es poco para todas las cosas maravillosas que he vivido. La manada me ha ayudado a relajarme, prepararme para el nacimiento de mi bebé y juntos sanar del dolor que experimentamos por no disfrutar esto con los lobos que murieron por el odio que no merecíamos.Los problemas con los prospectos de pareja, ya no existen, las diferencias que presentaba por no ser una loba normal, han quedado en el pasado, al ser esas diferencias, lo que me ayuda a proteger a mi manada.Todo el amor de Edmond, me ha ayudado a sanar de las culpas que teníamos sobre todo, incluso, lo que no habíamos hecho.La dictadura, los intentos de acabar con mi vida o las dudas sobre nuestro matrimonio, solo son partes de nuestra historia que ni siquiera quiero olvidar, porque cada momento difícil o bueno, me ayudó a comprender que merecía todo esto… que todo lo logrado ahora requiri&oacut
Aunque me siento agotada, me niego a dormirme por el temor de que algo malo suceda mientras estoy dormida. Además, el Nymwere que viene conmigo me revisa constantemente, para saber cómo se encuentra mi bebé e incluso, se marcha con Edmond.Pero, Carolina me entretiene tanto con las cosas que han hecho en mi ausencia, que ni siquiera tengo tiempo para hablar con él. Además, si es algo que me va a preocupar, lo mejor es no saberlo, ya que, temo no controlar mis emociones y que algo malo le pase a mi bebé.— Realmente te he extrañado. Tenía miedo de no volverte a ver, ya que, como toda una mujer desquiciada te fuiste a la guarida de los Nymwere a rescatar al rey alfa.— Debía hacerlo sin exponerlos. Ustedes habían sacrificado mucho para llevarlos a un lugar donde sin duda, perderían la vida y yo no me hubiese perdonado eso.— Aun así…— Era lo mejo
El hombre cuyo nombre desconozco, deja de dudar de mí o al menos no lo demuestra verbalmente, ya que, se queda en silencio. Es por eso, que me concentro en sentir el latir frenético del corazón de Edmond, mientras su calidez me envuelve.— Me siento agotada.— No sé si puedas dormir, buscaré a alguien que te atienda en casa para que no te sientas mal, amor.— Puedes dormir, eso no le hará daño a tu bebé, si no que, le ayudará a reunir toda la energía que te has agotado en esos enfrentamientos.— ¿Seguro que le ayudará?— También sé un poco de medicina, así que, la uso para practicar magia curativa aunque no es mi fuerte. — dice el hombre.‘Solo espero no necesitar la ayuda de ese hombre, ya que, no me inspira confianza.’ Me digo mentalmente.Edmond habla con él, explicándole todo lo q
La hostilidad es evidente y yo reconozco que no estoy en condiciones de desafiar a alguien, porque si peleo podría costar la vida de mi hijo o ponerme en un peligro donde también podría morir, pero, quedarme callada solo le daría motivos a ellos para pensar que fui yo.Por eso, uso mi mejor arma ahora y que al usarla no consumiría tanto mi energía, la cual es el dialogo pasivo agresivo, para no dejarme amenazar de ellos sin desatar un nuevo enfrentamiento donde evidentemente Edmond, Carolina y Mike no ganarían.— ¡¿Tú?!— ¿Qué pasa? ¿No te agrada que hable mal de ti?— ¡Por supuesto que no!— Oh, perdón, pensé que como lo hacías, también lo soportabas.El enojo supera niveles peligrosos en él, pero, no puedo simplemente quedarme callada cuando todo sería más sospechoso. Por lo que, me af
Decir que sufro únicamente cuando tengo a todos al tanto de mi bienestar, seria mentirme. Porque ver que incluso los Nymwere que apenas conocí hoy me ayudan con su sangre, me ayuda a sentirme feliz y complacida.— Tú no vas a darle sangre, hace dos días estuviste bebiendo. Eso no es bueno para ella. — dice uno de los Nymwere que conocí apenas hoy.— Jean tampoco puede, él fuma.— ¿Qué tiene que ver que fume con mi sangre?— Todo. — responden los chicos al unísono.Mientras ellos discuten sobre quien será mi mejor donador, yo siento que soy solo una tubería que recibe la sangre por un lado y la suelta por otro, sin tener la posibilidad de aferrarme a ese preciado líquido que tanto necesito.Aunque todo esta destruido a mi alrededor, tengo a todos pendiente de lo que necesito o simplemente, se alejan para no estorbar o cuidar de alguna a
Edmond no es un hombre que se queda sentado esperando que la vida pase o que alguien más solucione las cosas. Porque incluso en lo que él no puede solucionar, implora a los que si pueden que lo realicen.Eso demuestra cuanto le importo. Pero, eso no es suficiente para él, porque un hombre que está acostumbrado a siempre proveer y solucionar los temas de seguridad o que perturban a los suyos, le afecta que solo pueda arrodillarse para que otros hagan lo que él no puede.‘Mi esposo es lo más confiable para mí, sin embargo, ¿Cómo podría quitar algo que no tengo la más remota idea de cómo lo coloque?’ me pregunto mentalmente.— ¿Qué has dicho? — pregunta Charlotte.— No sé cómo hacerlo. Ni siquiera sabía que protegía a mi hijo de esa forma. — digo angustiada.— Oh, no puede ser. ¿Cóm
Último capítulo