Capítulo cien. Una tregua entre lobos
El cielo del glaciar había comenzado a tornarse púrpura cuando Rowan volvió a arrodillarse junto al fuego. El hielo ya no parecía amenazante, y el silencio se sentía menos como una condena y más como una respiración contenida. Liam estaba despierto, envuelto en una manta entre Lyra y Solene. El niño lo miraba con una mezcla de timidez y asombro.
—¿Te dolió? —preguntó en voz baja.
Rowan le ofreció una sonrisa que aún sangraba por las comisuras.
—Un poco. Pero valió la pena.
Liam se acercó sin miedo, como si de algún modo lo entendiera todo. Como si hubiera nacido sabiendo que había una parte de él en ese hombre, incluso antes de que nadie lo dijera en voz alta.
—¿Puedo quedarme contigo también? —preguntó.
Rowan no supo hablar. Solo lo abrazó.
Lyra los observó en silencio, sintiendo cómo una costura invisible se cerraba dentro de su pecho. Había amado a Kael. Había llorado por él. Pero en ese momento, viendo a su hijo en brazos del Alfa que enfrentó