Capítulo ciento uno. Bajo la capa negra
La hechicera avanzó con paso firme sobre el hielo agrietado, su capa negra ondeando como un presagio. Detrás de ella, cinco figuras encapuchadas mantenían la formación, aunque sus movimientos eran sigilosos, medidos, como si temieran interrumpir algo más antiguo que ellos.
Rowan no dio un solo paso atrás. Su espada permanecía alzada, vibrando apenas bajo el influjo de la magia cercana. Lyra, con Liam contra su pecho, no apartaba la mirada de la mujer que un día la ayudó a desaparecer del mundo. Solene se adelantó un poco, cubriendo a Lyra con el cuerpo y los sentidos alerta.
—¡Basta! —ordenó Rowan—. Detente ahí o los consideraré enemigos.
La hechicera alzó una mano. No habló de inmediato. Se retiró la capucha con un movimiento suave, revelando su rostro: sereno, pero marcado por el cansancio.
—Alfa de los Cuervos, no hemos venido a pelear. Venimos a advertir.
Rowan no bajó la espada.
—¿Advertirnos de qué?
La mujer miró a Lyra. Fue una mirada car