Al contemplar la dulce sonrisa y los ojos brillantes de Daniela, Nicolás pensó que, aunque lo estuviera engañando, él lo aceptaría gustosamente.
Nicolás besó a Daniela.
Ella rodeó su cuello con los brazos, respondiéndole con pasión.
Cuando el profundo beso terminó, el pequeño rostro ovalado de Daniela estaba completamente sonrojado. Miró a Nicolás.
—Tengo que volver a mi estudio. Hoy debo entregar unos diseños de ropa.
Nicolás sabía que ahora era una reconocida diseñadora de moda. Acarició su cara.
—No quiero dejarte ir. Quédate en mi oficina para trabajar en tus diseños.
Quería estar con ella.
Daniela sentía que habían vuelto a la etapa de enamoramiento. A él realmente le gustaba estar pegado a ella.
—Pero...
Nicolás no le dio oportunidad de negarse. Abrió la puerta del coche, bajó, y se dirigió al lado del copiloto. Abrió la puerta, se inclinó y la levantó en sus brazos.
Cargándola, entró en la empresa.
Daniela parpadeó y forcejeó de inmediato.
—Nicolás, ¿qué haces? Esta es tu empres