Capítulo 68 —Toni Montana
Narrador:
La camioneta de Mateo salió de la autopista y tomó un camino de tierra que bordeaba un descampado. A esa hora, con el sol ya cayendo, la zona parecía olvidada por Dios… excepto por un edificio bajo, rústico, con luces cálidas filtrándose por las ventanas: La Cantina del Puente Viejo.
Dinorah observó el lugar con atención.
—Aquí, ¿seguro? —preguntó.
—Segurísimo —respondió Mateo —Si Toni no está aquí, no está en ningún lado.
Estacionó cerca de la entrada. Apenas bajaron, el olor a carne asada y cigarrillo viejo los recibió como un abrazo de mala vida. La música sonaba desde un parlante lleno de cinta adhesiva; risas, gritos, vasos chocando.
—Con este ambiente —murmuró Dinorah— ya veo por qué los datos que salen de aquí nunca fallan.
Mateo sonrió.
—Toni puede ser un payaso, pero tiene ojos en todas partes.
Entraron.
El interior de la cantina era un mosaico: madera gastada, mesas desparejas, un par de borrachos dormidos contra la barra. Pero en el fondo,