Capítulo 44 —Truenos
Narrador:
Esa noche, la mansión estaba demasiado quieta. Un viento denso venía del sur, cargado de humedad, de esos que anuncian tormenta antes de que el cielo siquiera se decida a oscurecerse.
Mateo estaba en el despacho, revisando unos documentos de Luigi, cuando escuchó el primer trueno. Y después, casi inmediato, el segundo.
La lluvia cayó como un balde volcado desde el cielo.
Él cerró la carpeta, se pasó una mano por el rostro y se dejó caer en el respaldo. Tenía la mente acelerada desde el laboratorio, desde Leonardo, desde haberle dado esas dos horas a Dinorah. Desde haberla visto esperarlo como si no supiera si abrazarlo o dispararle. Sacó aire. Otro trueno. Y entonces, todo se apagó. Un golpe seco. Un chasquido. La mansión entera quedó a oscuras. Mateo se levantó de inmediato.
—Mier*da… —susurró.
Los generadores tardaron un segundo más del habitual. Un segundo demasiado largo.
Y en ese segundo exacto, se encendió una alarma baja, esa que solo sonaba cuando