Capítulo 125 —Un hogar
Narrador:
Luigi salió del galpón sin apuro. La mañana estaba pesada, húmeda; el puerto olía a óxido y a sal mientras despertaba del letargo de la noche. Afuera lo esperaban Mateo, Franco, Dominic, Leonardo, Montana y varios hombres más. Nadie hablaba. No hacía falta. Todos sabían.
Luigi se detuvo frente a los suyos y habló con voz firme, sin elevarla.
—Descuelguen —ordenó. Hizo un gesto vago con la mano, como si no mereciera más precisión. —A ese saco de huesos roto… y desháganse de él. Que no quede rastro.
Dos hombres asintieron de inmediato y se movieron hacia el interior del galpón.
Franco se acercó entonces. No dijo nada al principio. Le puso una mano en el hombro, apretando apenas, un gesto de hermano más que de Don.
—¿Más tranquilo? —preguntó al fin.
Luigi respiró hondo, mirando al frente.
—Sí —respondió —Ahora sí. Más tranquilo.
Franco sostuvo la mirada un segundo, evaluándolo, y luego asintió. No había nada más que decir. Se dio vuelta y fue a hablar con