Capítulo 124 —Un niño crecería amado
Narrador:
Luigi no tenía prisa. Nunca la tenía cuando alguien iba a aprender lo que significaba cruzar un límite que no debía.
Alejandro Noya estaba atado a la silla, la respiración irregular, el rostro ya irreconocible. Cada intento de incorporarse era inútil. Luigi se movía frente a él con calma, como si aquello no fuera una tortura, sino una conversación pendiente desde hacía demasiado tiempo.
Se inclinó apenas, lo suficiente para que Alejandro pudiera verlo bien.
—¿Sabes qué es lo peor de todo esto? —dijo, con voz baja, controlada —Que durante este tiempo pensé en matarte rápido.
Alejandro levantó la mirada como pudo, con una mezcla de miedo y desafío roto.
Luigi negó despacio.
—Pero después entendí que no. Que eso sería un favor.
Se enderezó, caminó un par de pasos y volvió a colocarse frente a él.
—Pónganlo de pie.
Dos hombres lo levantaron de golpe. Las piernas de Alejandro fallaron y tuvo que apoyarse en ellos para no caer. Luigi no esperó a