Capítulo 12 —El barro
Narrador:
El coche avanzaba despacio bajo la llovizna, con el sonido del motor amortiguado por el silencio que reinaba en el interior. El chofer mantenía la mirada fija en la carretera, con la prudencia de quien intuye que no debe hablar. En el asiento trasero, Valeria y Luigi ocupaban extremos opuestos, como si los separara algo más que el aire.
Ella miraba el vidrio empañado, viendo cómo las gotas se deslizaban formando caminos que no llevaban a ninguna parte. Sentía la mente entumecida, todavía tratando de procesar las palabras del médico; “embarazada”. Esa palabra seguía retumbando dentro de su cabeza, absurda, cruel, casi ajena.
Luigi, a su lado, mantenía la vista clavada en el respaldo del asiento delantero. No había dicho una palabra desde que salieron del hospital. El médico le había asegurado que había cumplido con su pedido, que Valeria ya lo sabía. Pero verla así, tan frágil y al mismo tiempo tan orgullosa, lo tenía descolocado.
El coche tomó una curva.