Capítulo 118
Su ritmo aumentaba, y cada embestida parecía arrancarle algo más que placer, le quitaba también las últimas defensas que había construido en los últimos días. Isadora no podía pensar en resentimientos, no podía recordar la razón por la que se había alejado… solo sentía a Alexander dentro de ella, firme, profundo, como si estuviera marcando territorio.
—Dios mío, Alex… —jadeó, apretando aún más las piernas alrededor de él.
Él presionó su frente contra la de ella, los ojos fijos, intensos, como si quisiera entrar en su alma.
—Mírame, Isa… Soy tuyo. Siempre lo he sido.
Esas palabras la impactaron profundamente. Ella gimió alto, todo su cuerpo estremeciéndose, y sintió el orgasmo acercarse como una ola irresistible. Él, al notarlo, aceleró aún más, sujetándola con fuerza contra la pared.
—Córrete para mí… ahora —ordenó, la voz grave y cargada de deseo.
Su cuerpo obedeció. Un grito ahogado escapó cuando las contracciones intensas la dominaron, haciéndola agarrar su cuello como