Perspectiva de Daniel
.
«Protegerme».
La palabra me retumba en la cabeza mientras lo miro.
Cassian —mi padre— está sentado en la camilla con el hombro vendado, las venas aún conectadas a un suero que parece más una soga simbólica que lo mantiene atado al mundo. Lo observo sin saber qué decir, sin saber qué sentir. Porque después de todo lo que escuché, después de todo lo que vi, lo único que puedo hacer es repetir esa palabra en mi mente.
«Protegerme»
Cada vez que me cuestionaba, cada vez que me exigía más de lo que creía poder dar, yo pensaba que era porque estaba decepcionado de mí. Porque no lo merecía. Porque nunca fui suficiente para él.
Creí que era un castigo. Una constante competencia silenciosa con un fantasma que nunca conocí. Con la imagen perfecta del hijo que él deseaba tener. Me rompí tratando de ser alguien a su altura. Me odié por no lograrlo. Lo odié por no quererme como yo lo necesitaba, por no aceptar que jamás pudiese ser como él.
Y ahora… todo cambia.
No era decepc