Perspectiva de Daniel
.
Los secretos de mi padre y Arielle no son los únicos que ansiaban por salir.
Yo también tengo uno. Uno que he guardado durante mucho tiempo y que ya no puedo sostener más, lo he mantenido con miedo, con rabia, con una especie de resignación que se fue enquistando en mi pecho hasta volverse parte de mi respiración. Y ahora, después de todo, con Seraphina sentada aún en la habitación y mi padre frente a mí en esa cama de hospital, no hay mejor momento.
Me aclaro la garganta. Mis manos sudan. Pero lo digo.
—Tengo algo que necesito confesar.
Ambos me miran. No con sospecha, sino con ese agotamiento que solo deja la verdad… como si ya no pudieran soportar más, pero están dispuestos a escucharlo todo.
—Soy gay —confieso—. Y… —añado antes de que alguien pueda hablar— tengo una relación desde hace dos años con Sasha Wexford.
El nombre lo suelta todo como una bomba. Sasha Wexford. El político. El hombre de rostro impecable, sonrisa perfecta y doble vida tan cuidadamente