El auto avanza, pero no lo suficiente.
—¡Acelera! —le grito al chofer mientras me aferro al asiento como si eso pudiera contener el temblor de mis manos. Miro por el espejo lateral. El vehículo oscuro que vi entrar a la mansión va tras nosotros.
Darius nos está siguiendo.
—¿Que ocurre? —pregunta el chofer, tenso.
—Nos está siguiendo, y no es para nada bueno ¡Por favor, acelere!
La adrenalina corre por mis venas. Mis dedos tiemblan mientras desbloqueo el celular. Marco a Cassian. Otra vez. Necesito escucharlo. Necesito que conteste.
Buzón de voz.
Otra vez.
Otra maldita vez.
—No, no, no… —susurro. Él siempre contesta. ¿Por qué no hoy?
Mi respiración se vuelve errática. Mis dedos buscan otro número. Esta vez Daniel. Por favor, contesta, por favor.
Suena una vez.
Dos.
—¿Arielle?
—¡Daniel! ¡Daniel, por favor! Es tu tío, Darius. ¡Va detrás de mí! ¡Conoce a Elías, lo tramó todo! ¡Está tratando de atraparme!
Un estruendo ensordece mis sentidos.
Todo sucede en un segundo.
El auto se sacude vio