Espero por algunos minutos hasta que Cassian llega como una sombra furiosa atravesando la sala de urgencias. Imponente, elegante, con los ojos más salvajes de lo que nunca los he visto. Apenas me ve, se acerca de inmediato, como si su respiración dependiera de las palabras que voy a decirle.
—¿Dónde está? —pregunta, con la voz tensa, el ceño fruncido, los músculos de la mandíbula palpitando de rabia contenida—. ¿Qué pasó, Arielle?
Me toma un segundo responder. Sé que al decirlo... algo se va a romper. Pero esto es algo necesario.
—Seraphina está embarazada —murmuro, apenas audible.
Lo veo parpadear, como si las palabras no hicieran sentido al principio.
—¿Qué… dijiste?
—Que está embarazada. Me llamó. Estaba muy asustada porque estaba sangrando, tenía fiebre… y moretones. Cassian, la traje de inmediato. Está adentro ahora. En urgencias.
Cassian da un paso atrás, como si el mundo se hubiera desplazado bajo sus pies. Lleva una mano al cabello, lo aprieta, da una vuelta, otra. Su r