122| Fantasía de oficina
Perspectiva de Rossy

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Sus labios. ¡Dios santo… sus labios otra vez!

No sé cómo llegamos a este punto, solo sé que los tengo sobre los míos y mi corazón está brincando como si quisiera salirse de mi pecho y correr en círculos. Es un beso que me parte en dos, me rompe las costillas desde dentro y me incendia la lengua. Y lo peor —o lo mejor, según cómo se mire— es que él no se aparta. Me besa. Me besa como si también lo hubiera estado soñando desde aquella vez. Como si durante estos tres años hubiera estado igual de jodidamente obsesionado.

Siento sus manos en mi cintura, fuertes, decididas. Me aferro a sus hombros como si pudiera aferrarme al mundo desde ahí. M****a.

«¿Por qué tiene que tener esos hombros? ¿Por qué todo en él es tan firme, tan denso, tan jodidamente masculino? ¡¿De qué gimnasio oscuro lo sacaron y por qué lo dejaron usar trajes?!»

La camisa le queda tan ajustada que por un segundo se me pasa por la cabeza arrancársela de un tirón, pero no tengo tiempo. No. Porqu
Lunita Karo

Pobre Rossy le cortaron la fantasía, pero ahora sí Cassian necesita arreglar algunos asuntos. Esperemos que Edward esté de humor para escucharlo. Gracias por leer, comentar y por dejar su reseña en donde está la portadita de la novela.

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