Faustino sintió un calorcito en el pecho, y con esa mirada tan sensual de Rosalba, no pudo resistirse.
Sin pensarlo dos veces, se subió encima de ella.
Y se apoderó por completo de su cuerpo.
Lara los miraba con una sonrisa pícara desde un lado.
Victoria escuchó los ruidos y estuvo toda la noche dando vueltas en la cama, con una mezcla de curiosidad y expectativa.
…A la mañana siguiente.
Faustino abrazaba a Lara y Rosalba, las dos completamente rendidas y profundamente dormidas. Después de la noche loca que habían pasado, las dos estaban agotadas.
Faustino las había dejado completamente satisfechas… o eso creía él. Pero aun así, no las dejó descansar. Sus manos seguían acariciando sus cuerpos sin ningún pudor.
Sonó el teléfono de Faustino. Era Susie.
Faustino contestó.
Susie, con un tono un poco resignado, dijo:
—Faustino, hoy tienes que acompañar a Daniela a ver las piedras de jade.
—¿Estás listo?— Faustino asintió.
—Claro, cuando quieras. Ya que se lo prometí, que no se