Antonio y Leonardo, humillados públicamente por los accionistas, estaban furiosos.
Al ver que Faustino no tenía ninguna intención de dejarlos volver a la empresa.
Cegados por la ira y la vergüenza, exclamaron:
—Muy bien, Faustino, Ximena, si ustedes no tienen piedad, no nos culpen por lo que vamos a hacer.
Antonio y Leonardo intercambiaron miradas.
Sus ojos brillaban con malicia.
Antonio inmediatamente gritó a la multitud que compraba frenéticamente el Elixir de Belleza:
—¡No se dejen engañar! ¡Este Elixir de Belleza que están comprando es en realidad una nueva droga hormonal!
—En la superficie parece tener efectos increíbles, pero en realidad los cambios en la apariencia tienen un precio terrible.
—¡No solo acorta la vida, sino que puede causar cáncer! ¡Están cambiando sus vidas por belleza, no se dejen engañar!
Leonardo respaldó a Antonio:
—¡Exacto! Estos ingredientes no han pasado ninguna prueba oficial, es un producto sin certificaciones. ¡Podría matar gente! Imaginen qué les pasar