El amanecer bañaba la mansión Lancaster en tonos dorados, pero para Bianca, el mundo seguía envuelto en sombras. Sentada en su habitación, con su pijama de algodón suave rozando su piel, sus dedos temblaban mientras sostenía su teléfono. Un mensaje anónimo había llegado en la madrugada, sus palabras cortantes como un filo: “El embarazo de Willow es una farsa. Busca la verdad, o seguirá robándote todo.” Sus ojos esmeralda recorrieron las palabras una y otra vez, su corazón latiendo con una mezcla de incredulidad y una chispa de esperanza. ¿Y si era cierto? ¿Y si Willow, con su sonrisa arrogante y sus maniobras calculadas, estaba mintiendo una vez más?
Bianca apretó los labios, su mente girando. El dolor que una vez sintió por Cassian, ese amor infantil que había alimentado durante años, se había desvanecido como cenizas al viento. Él ya no ocupaba sus pensamientos; su traición era un eco lejano. En cambio, su mente estaba consumida por Aldric Thornhill, el tío de Cassian, y aquel encue