La ciudad amaneció con los ojos abiertos. No fue el sol, ni el llamado de los almuédanos, ni los zumbidos de los barcos en el puerto de Rize. Fue el escándalo. Las personas en el pais no daban tregua al escandao descomunal en el que estaban una las familias mas importantes de Turquía.
Los murmullos en cada rincon mientras veían la noticia y tomaban su Té matutino
Pantallas encendidas en cafés, titulares rojos en periódicos digitales, voces agudas en radios. Un informe filtrado desde Ankara acusaba a Zeynep Aslan de desviar fondos públicos, con documentos falsificados que vinculaban a la Fundación Aslan con donaciones sin respaldo. El apellido estalló como pólvora mojada.
Pero ella, sentada en la biblioteca de la mansión, no lloraba. No temblaba.
Sostenía los papeles con dedos firmes, los ojos fijos.
—Lo han preparado todo —susurró Zeynep—. Y si no actuamos hoy… me convertiré en el crimen perfecto.
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Mientras tanto, en un rincón privado de Estambul, Leyla miraba la transmisión en dire