Lo unico que el debia averiguar donde diablos encontrarla de nuevo. Tal vez otra competencia, alguna otra discoteca, el club de barismo, algun grupo de la academia o los grupos de whatssapp. Pero de que la encontraria, la encontraria. Aunque tuviera que voltear el pais para conseguirlo. Con esos pensamientos se fue a dormir.
El olor a café recién molido era lo único que calmaba su mente por las mañanas. Era un aroma intenso, oscuro y suave a la vez. Un aroma que cubría la suciedad de su interior, como una máscara delicada sobre un monstruo podrido.
Otto entró a su cafetería “Seller’s Coffee & Roastery” a las siete en punto. Vestía un traje negro entallado sin corbata, su camisa gris oscura estaba desabotonada en el cuello mostrando un poco de su clavícula y la cadena de plata que nunca se quitaba. Su cabello castaño estaba perfectamente peinado hacia atrás con un leve brillo húmedo. Sus ojos azules parecían más oscuros esa mañana. Dormir no era una opción. No después de la noche anter