Capítulo 8 NUEVO COMIENZO.
El ruido del teléfono interno me despertó. Aún estaba oscuro, pero la voz del guardia en la línea era clara, cargada de tensión.
—Señora Gabriela… perdone la hora. Su esposo intentó entrar a la mansión por la fuerza. Hicimos lo que nos pidió: no dejarlo pasar. Pero nos amenazó. Dijo que volvería mañana.
Guardé silencio unos segundos, sabía que esto pasaría, Fernando estaba perdiendo el control.
—Hicieron bien. Si vuelve, me llaman de inmediato —respondí con calma.
Colgué y me quedé en medio del dormitorio, rodeada por las sombras familiares de una casa que nunca fue hogar. El aire estaba cargado, pesado, como si las paredes mismas me empujaran a salir. Tomé una decisión que había postergado demasiado tiempo: esa sería la última vez que despertaba allí.
Me vestí rápido y recorrí cada rincón de la mansión con tristeza. Llevé conmigo lo que realmente importaba: las fotos de mis padres, la caja con recuerdos de mi infancia, documentos que no podían caer en manos de nadie más y una maleta