Capítulo 9 – La ruptura.
NARRADOR.
La mañana amaneció tensa, como si el propio aire presintiera un desastre. Ni el sol había logrado abrirse paso del todo entre las nubes bajas que cubrían la ciudad.
En su despacho, Fernando Solano encaraba el derrumbe de su mundo. Su teléfono no dejaba de sonar. Llamadas de periodistas, mensajes de accionistas indignados, correos de socios exigiendo explicaciones. En redes sociales lo devoraban como a una presa moribunda: titulares, videos, memes. El escándalo ya no era rumor; era espectáculo.
Se pasaba las manos por el cabello, los ojos inyectados en sangre, la mandíbula apretada. No había dormido en toda la noche. No había comido. Y no había tenido oportunidad de hablar con Gabriela desde que ella, en plena sala de juntas, lo había humillado frente a todos.
Un dolor punzante se expandía en su sien derecha. El whisky vacío sobre la mesa confirmaba su único remedio contra la migraña y la vergüenza.
Cuando la puerta se abrió, Fernando esperó un alud de gritos. Tal vez lágrima