Capítulo 32 – El Sacrificio.
La trampa estaba lista, un plan frágil tejido con furia y desesperación tras la llamada en la que Gabriela Rivera provocó a Fernando para que admitiera su desfalco en Ápex. Había aceptado reunirse con él cara a cara en un almacén abandonado en las afueras de la ciudad, un lugar elegido por Mateo Cruz para garantizar la vigilancia federal. El peso de ser el cebo apretaba su pecho, el collar con el rastreador oculto de Adrián un recordatorio frío de la cuerda floja en la que caminaba. La verdad sobre los crímenes de Fernando —el asesinato de sus padres, la muerte de Carlos, la traición de Carla— era un fuego que la impulsaba. Enfrentaría a Fernando, lo haría confesar, y terminaría con esto. La mansión, ahora un fuerte lejano, estaba vacía salvo por los guardias que protegían a Sofía y Valeria, escondidas lejos de la ciudad. Flor y León, estacionados en una camioneta cercana, monitoreaban el encuentro, sus laptops listas para capturar cualquier rastro digital que Fernando dejara. Pero Fe