―¿Cómo hacemos? ―Stormi lo miró. ―Ya no quieren comprarnos más chuches. ―Hizo un puchero e Izan se sintió mal, él deseaba complacerla en todo, verla triste lo enojaba mucho.
―Por favor, no llores. ―Le limpió las lágrimas. ―¿Realmente deseas ese algodón de azúcar, verdad? ―La niña con ojitos llenos de lágrimas asintió.
―Mami no deja que mi papi me lo compre. ―Sollozó. ―No quiero que peleen así que no insistí más. ―Miró a su alrededor. ―Pero tengo un plan, ¿Me ayudas? ―Izan sin cuestionarla aceptó.
―¿Qué debo hacer? ―Le sonrió.
―¿Recuerdas al chico que me preguntó por mi mami? ―Izan asintió con un poco de desconfianza, no le gustó para nada que se le acercara. ―Bien, podría intercambiar información por un algodón de azúcar.
―Eso no está bien. ―Izan resopló. ―¿Sabes lo que pasaría si el tío se da cuenta? ―No estuvo de acuerdo.
―¿Quién dijo que se la vendería a el chico? ―La niña se puso en pie. ―Se la venderé a papá. ―Se encogió de hombros. ―Tú podrías hacer lo mismo con el tío Aid