―Hija mía. ―Alejandro quien es conocido por ser un hombre frío e inexpresivo petrificó a más de uno al dirigirse a Osiris de manera tan cariñosa y con esa sonrisa en sus labios. ―Gracias por invitarnos a su primera cena oficial como los príncipes de Mónaco. ―Osiris sonrió con hipocresía, ¿Cómo pueden actuar como si nada?
―Digamos que necesitaba tenerlos aquí. ―Sofía inmediatamente abrazó y besó la mejilla de su hija. Escuchar eso la emocionó.
―Estás hermosa, cielo. ―La miró con ojos brillantes, pero Osiris solo vio ese brillo ambicioso en sus ojos. ―Esto es realmente bonito. ―Le dio el visto bueno.
―Gracias. ―La organizadora se metió en el acto, una condesa que era conocida por hacer fiestas lujosas solo para tener un poco de atención. ―Viniendo de usted es todo un alago.
―No es para tanto. ―Sofía se sintió incómoda, ella no estaba ahí para ser venerada.
―Es hora de la cena. ―El anuncio despejó el gran salón y calmó las aguas.
Había llegado el momento de exponer a sus padres, er