Los murmullos y las miradas indiscretas no se hicieron esperar, todos sabían de la noticia por la propia boca del duque, pero verlo con sus propios ojos es como si hubiera sido una sorpresa. Ana apretó el brazo de su marido, ella puede actuar segura, pero lo cierto es que se siente muy incómoda y, por lo tanto, algo nerviosa. ¿Por qué los miran así? ¿Está demasiado vulgar para un baile de ese estatus? ¿Acaso la están juzgando por solo ser una simple chef?
―Sean bienvenidos, excelencias. ―El anfitrión, un marqués, hizo una reverencia. ―Gracias por darnos el privilegio de tenerlos en nuestro baile, por favor. ―Recorrió el lugar con su brazo. ―Están ustedes en su fiesta. ―Les sonrió.
―Muchas gracias, marqués. ―Kalen le dio la mano en modo de saludo.
―Duquesa. ―El hombre tomó la mano de Ana y le depositó un beso en el dorso de la mano.
―Duques. ―Poco a poco todos se fueron acercando para verlos de más de cerca.
No hubo un solo presente que no detallara minuciosamente en Ana, ella a p