―¿Cómo puedes decirme eso? ―Lo miró dolida. ―Kalen, se supone que llegaste a amarme, ¿Cómo puedes ahora tratarme como a una sucia amante? ―Kalen enarcó una ceja.
―Porque es lo que fuiste y sigues siendo. ―No le dio importancia. ―Sal de mi edificio, Mariam, no me obligues a comportarme como me gusta. ―La mujer lo miró atónita, ¿Cómo es que podía ser tan frío con ella después de esas tantas noches?
―Esa mujer te está volviendo un impresentable y ordinario. ―Escupió con lágrimas en los ojos. ―O me recibes o hago un escándalo, sabes que lo haré. ―Kalen la miró con seriedad, pensó en mandarla lejos, pero no se quedará con esa.
―Sígueme. ―Dijo caminando sin esperarla, Mariam sonrió triunfadora por ponerlo en esa posición, pero una vez entró se vio contra el escritorio y el enorme hombre frente a ella acorralándola. ―Que sea la primera y última vez que me amenaces. ―La miró a los ojos de esa manera en la que deja bien en claro que no está jugando. ―Ya te metiste con mi mujer y fui demasia