La lluvia no cesaba. Como si el cielo supiera que la ciudad necesitaba limpiar su piel de secretos, pecados y silencios guardados durante demasiado tiempo. Desde el ventanal de un apartamento temporal, Eirin observaba las gotas deslizarse por el vidrio. No podía dormir. No desde que había descubierto el nombre que sellaba el sobre que le fue dejado en el casillero y cuya notificación le llegó al móvil el día anterior.
"Dra. Nora Vélez".
Su antigua psicóloga. La mujer que durante años escuchó sus quejas, sus miedos, sus dudas sobre Orestes. Esa mujer había formado parte del círculo médico privado de Manchester Corp. Y ahora aparecía en documentos confidenciales ligados a Eliseo Blackmoor. Había estado al tanto de todo. Tal vez incluso manipulando sus sesiones.
Eirin cerró los ojos. El veneno de la traición era distinto cuando venía de alguien en quien habías confiado tu mente. Su reflejo en el cristal no era el de la compañera de vida rota ni la fugitiva. Era otro. Uno más frío. Más de