Continuación:
Cuando uno de los hombres de confianza lo miró a los ojos, Orestes lo fulminó con la mirada. No había lugar para dudas.
—Si no la traen, iré yo mismo. ¡Y si tengo que destruir a Ethan para conseguirla, lo haré!
Sin embargo, cuando uno de sus hombres le dijo que sospechaba que había una barrera de seguridad más allá de lo que ellos pensaban, algo cambió en Orestes. La confusión se vio reflejada en su rostro. El obstáculo que había subestimado, que había pasado por alto, era ahora el mismo que estaba sellando su caída.
En la propiedad de Eirin y Ethan:
Ellos sabían que Orestes se acercaba, pero no sabía que la trampa ya estaba lista. Los hombres camuflados en las sombras se preparaban.
El viento soplaba con fuerza esa noche, arrastrando consigo el eco de las sirenas y las sombras que se cernían sobre el futuro de Orestes. Aunque el poder de Orestes había sido absoluto durante años, el hombre de la armadura inquebrantable, ahora se encontraba vulnerado, acorralado por su pr