Capítulo 21. Ya no quiero jugar este juego.
—¿Otra Dalila? —pregunté.
—Ya sabes —dijo, cambiando de posición, incómoda—. La famosa situación de Nicolás, Fernando y Dalila.
—¿De qué hablas? —pregunté, arqueando las cejas.
Los ojos de Victoria se fijaron en mí mientras yo la observaba con igual atención, estudiando cada matiz de su expresión. La sorpresa que trataba de disimular no pasó inadvertida para mí, aunque recompuso rápidamente su gesto, pude percibir que esperaba que yo conociera el tema.
Quedé atrapada entre dejar pasar el tema o presionar para que me contara la historia que claramente no quería revelar. El problema era que creía conocer la respuesta, o al menos tenía una sensación desagradable que atormentaba mis pensamientos, aunque mi mente se negaba a procesar lo que podría estar sugiriendo.
Los nombres resonaron en mi mente: Nicolás, Fernando y Dalila. Había una historia entre ellos lo bastante complicada como para justificar esa visita personal de advertencia de la madre de Fernando, y yo necesitaba descubrir qué h