CAPÍTULO 227. La infiltración.
CAPÍTULO 227
La infiltración.
La lluvia comenzaba a disminuir apenas un poco cuando Gabriel y Silvio llegaron al perímetro del complejo. No era un alivio: la humedad hacía más frío el ambiente, más pesada la ropa y más difícil respirar sin que el vaho del aliento los delatara. Ambos se movían silenciosos, como si cada músculo supiera que el error más pequeño podía ser su sentencia final.
Desde la colina baja que bordeaba el laboratorio, tenían una vista parcial del infierno en pleno movimiento.
Focos industriales iluminaban con violencia el terreno. Las sombras de los guardias cruzaban a toda velocidad de un punto a otro. Había camionetas cargando cajas herméticas, contenedores plateados que parecían criocámaras, tanques móviles con etiquetas que ninguno de ellos quería leer. Un zumbido constante llenaba el aire: motores, ruedas girando, puertas metálicas cerrándose.
Era evidente: la evacuación había comenzado.
Gabriel tragó saliva. La mandíbula le temblaba sin que pudiera evitarlo. N