CAPÍTULO 221

Los últimos preparativos.

El ruido del laboratorio se había vuelto más frenético a medida que avanzaba la madrugada. Las luces del pasillo parpadeaban por momentos, como si también ellas estuvieran cansadas de sostener aquel infierno. La tormenta seguía creciendo afuera, pero dentro del edificio la verdadera tempestad era otra.

Los últimos preparativos antes de la fuga.

En la sala donde mantenían aislada a Teresa, la puerta se abrió de golpe y sin previo aviso. Tres técnicos entraron con expresiones rígidas, casi tristes, aunque intentaban ocultarlo detrás de una máscara profesional. Llevaban guantes, una tablet y una carpeta identificada con su número de paciente.

—Teresa… buenos días —dijo el primero, aunque era imposible que aquello pareciera un saludo amable.

Ella se sentó despacio en la camilla, con el corazón acelerado. Sus labios estaban blancos, su rostro aún conservaba esa incómoda palidez cadavérica que tanto preocupaba a los especialistas.

—¿Qué… qué pasa