Mundo ficciónIniciar sesiónEl amanecer caía sobre París como un resplandor herido.
La niebla del Sena subía lenta, envolviendo los puentes y torres en un velo blanco. Las campanas de Notre-Dame comenzaron su repique, graves, solemnes, como si anunciaran no una misa, sino un juicio.Cruzó el Pont au Double envuelta en su capa, el rostro cubierto por el velo.
A cada paso, el sonido de las campanas le golpeaba el pecho como un corazón ajeno. Llevaba el medallón de Gabriel oculto en la palma






