Mundo ficciónIniciar sesiónLa noche se había cerrado sobre Ashbourne como una campana de cristal negro. El aire olía a tierra húmeda y a despedida. En las habitaciones altas del ala este, Lady Eleanor Whitcombe se contempló por última vez en el espejo: el rostro sereno, los ojos ardiendo.
No llevaba joyas, solo un abrigo oscuro sobre el vestido de viaje que Clara había preparado en silencio.—¿Estáis segura, mi lady? —susurró la doncella, con la voz quebrada.
—Ya no hay regreso, Clara. Si me quedo, seré su posesión; si huyo, tal vez me pierda, pero será por mi elección.La joven asintió, conteniendo las l&aac







