Mundo ficciónIniciar sesiónLos días en París transcurrían con la cadencia engañosa de un vals.
Entre un desayuno perfumado de café y una cena iluminada por candelabros, Madame Adélaïde de Montfaucon se había convertido en una presencia habitual en los salones del Faubourg Saint-Germain. Nadie sabía exactamente de dónde venía, pero todos coincidían en que su acento extranjero le daba un encanto exótico, y su reserva, un aire de misterio irresistible.En cada velada, Eleanor sentía que caminaba sobre un filo invisible.
Cada palabra debía ser medida, cada sonrisa, calculada.






