Mundo ficciónIniciar sesiónEl hombre de la cicatriz se había vuelto un problema.
Gabriel lo sabía desde hacía semanas: demasiado codicioso para ser fiable, demasiado torpe para sostener el delicado juego de medias verdades que se esperaba de un informante. Y ahora, su incompetencia podía volverse un riesgo no solo para la red de Gabriel, sino también para Eleanor.Lo encontró, como sabía que haría, en el rincón más sombrío de La Daga Oxidada, una taberna mugrienta cerca del mercado de ganado, allí donde los contrabandistas y buscavidas se mezclaban con los mozos de establo. El espía levantó la vista cuando Gabriel tomó asiento frente a él. Sus ojos grises,







