Mundo ficciónIniciar sesiónEl amanecer llegó envuelto en un silencio distinto, casi irreal. Desde la colina donde se alzaba la pequeña aldea, podían verse las torres de París recortadas contra un cielo de cobre. Las campanas repicaban con una alegría que no alcanzaba a tocar el aire del campo.
Eleanor permanecía en el umbral de la vieja granja que les había servido de refugio, el abrigo sobre los hombros, observando cómo el humo de los hogares vecinos ascendía en espirales delgadas. A su lado, Gabriel dejaba que la brisa le despeinara el cabello, inmóvil, con la mirada fija en la ciudad lejana.
—Han pasado meses desde aquella noche en el Bicêtre —murmuró ella, rompiendo el silencio compartido—. Y aun así, cuando miro hacia París, parece… otro mundo. Un mundo de un sue







