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CAPÍTULO 04🌻La Visita del Emperador🌻

Por otro lado, el Duque Alexander entró a toda prisa en la mansión, su rostro reflejaba una mezcla de preocupación y determinación. Sin perder tiempo, buscó a su hija Stella, temiendo por su bienestar.

Mientras tanto, Sofía acosaba a Stella con crueles palabras:

“Eres una vulgar. Te casarás con un demonio... bueno, es lo mejor para una basura como tú. Lo que no sirve hay que desecharlo.”

Stella, con el rostro lleno de rabia y dolor, apretó los puños y respondió con determinación:

“Sofía, esto no se quedará así. Voy a hacer que tú y tu madre se larguen de esta casa. Me vengaré de todo esto y también por la muerte de mi madre”.

“Eso hay que verlo. De todas maneras, estarás en el infierno, Stella.” dijo Sofía con una sonrisa cruel.

Llena de ira, Stella levantó la mano y sin dudar abofeteó a Sofía con fuerza.

Justo en ese momento, la puerta se abrió de golpe y una voz profunda resonó con autoridad:

“¡¡Stella!!”

Sofía, con lágrimas en los ojos, corrió hacia su padre, exclamando: “Padre, Stella acaba de golpearme. Yo solo quería saber si estaba bien”.

Pero el Duque Lennox, sin prestar atención a las palabras de Sofía, se acercó a Stella y la abrazó con ternura. El Duque Lennox la miró con preocupación y la abrazó con más fuerza, preguntando suavemente:

“Hija, ¿estás bien? ¿No te ha pasado nada?”

Stella, tratando de calmar a su padre, respondió con firmeza:

“Estoy bien, papá, no me ha pasado nada”.

Aunque decía estar bien, en su interior sentía la mezcla de miedo y la determinación que la impulsaba a enfrentar cualquier adversidad.

Sofía, al ver la escena, se enfureció y se marchó dejando a Stella y al Duque solos.

El Duque la miró con preocupación y le preguntó:

“Quiero que me digas, ¿por qué ha tomado esa decisión? No puedes casarte con el rey demonio, él solo vive en oscuridad... No lo voy a permitir.”

Stella bajó la mirada por un momento y respondió con voz firme: “Padre, yo...”

Pero él la interrumpió con un tono protector:

“Escúchame, Stella, eres mi hija, no permitiré que te cases con él.”

Ella tomó aire y le respondió con convicción:

“Padre, es mi decisión. Lo hago para proteger lo que más quiero”.

El Duque tardó en responder, atrapado entre el amor por su hija y el temor por el oscuro destino que ella había elegido. Sabía que debía respetar su voluntad, aunque le doliera profundamente. Stella, con voz firme y mirada decidida, respondió a su padre: "Hija...”

“No, padre... quiero que respetes mi decisión. ¡Me casaré con Hades! En una semana él vendrá por mí, y me convertiré en su esposa".

“¿Tan pronto?”

“Si padre”

En ese momento, los dos hermanos mayores de Stella entraron en la habitación, sorprendidos y alarmados por la conversación.

Arthur, quien sería el sucesor del Duque Alexander, exclamó con incredulidad “¿Cómo que te vas a casar con Hades? ¡Eso es imposible!”

El segundo hijo, Louis se acercó a Stella con un tono protector:

“No puedes tomar una decisión así sin consultarnos. Nuestra familia no puede permitirse una alianza con el rey demonio, él vive en el infierno, es muy peligroso para ti.”

El Duque Lennox, observando la situación, sintió la presión de proteger a su hija y a la vez mantener la unidad de la familia.

Stella, sin titubear, los enfrentó con determinación:

“Esta es mi decisión, y está basada en proteger lo que más quiero. No busco su aprobación, solo su comprensión.”

(…)

Al día siguiente por la mañana, en la casa Ducal Lennox, el Emperador Zeldris se reunió con Stella para una conversación que prometía ser profunda y decisiva.

“Su majestad, ¿por qué quería verme?”

El emperador se sentó frente a ella y respondió con sinceridad:

“Vine a darte las gracias por proteger a mi hija. Ella me contó todo lo que ha sucedido.”

Stella sonrió y dijo con humildad:

“Alicia es solo una niña, tiene toda la vida por delante. No es momento de que ella entre en matrimonio.”

El emperador continuó, con el tono firme de un líder preocupado: “Como Emperador, no permitiré que te cases con Hades. Pondré a los mejores caballeros a tu lado, para que estés protegido y no tengas que pasar por ese tormento.”

Stella miró al emperador, decidida y tranquila, y respondió:

“No es necesario, majestad. Ya tomé mi decisión. Le agradezco mucho que haya pensado en mí y querido protegerme”.

El emperador Zeldris no solo hablaba con una joven; Stella tenía una madurez sorprendente para su edad, lo que lo había impresionado profundamente durante su conversación.

Mientras hablaban, Zeldris notó en ella una fuerza interior que iba más allá de sus años, una convicción y claridad que solo las personas acostumbradas a enfrentar enormes responsabilidades que pueden tener. sin embargo, El emperador alarmantemente con respeto, aunque con un dejo de tristeza:

“No, soy yo quien está agradecido contigo, Stella. Has demostrado ser valiente y fuerte. Pero debes entender que el camino que has elegido es peligroso.”

Stella sostuvo la mirada del emperador y dijo con convicción:

“Sé que no es fácil de entender, pero hago esto para proteger lo que más quiero. A veces la protección requiere sacrificio.”

Zeldris, con voz más suave, añadió:

“Tienes una sabiduría y fortaleza inusuales para alguien tan joven”, reconoció el emperador con respeto. "Es raro encontrar en una sola persona con tanto valor y determinación. Me has hecho replantear muchas cosas sobre lo que significa proteger lo que más valoras”

Stella, aunque con un leve rubor, respondió con humildad:

“He aprendido algo nuevo, que la verdadera madurez no se mide por la edad, sino por las decisiones que uno está dispuesto a enfrentar y los sacrificios que está dispuesto a hacer.”

El emperador sonriendo amablemente al escuchar las palabras de aquella joven madura y valiente, y dijo con cierta nostalgia en la voz:

“Lástima que no hayamos tenido un encuentro como este antes, Stella. Si no hubieras aceptado este destino oscuro, podría haberte coronado como futura emperatriz y ser la esposa de mi hijo mayor, Erik.”

Hizo una pausa, mirando fijamente el rostro resuelto de Stella, y continuó con cierto tono melancólico:

“Sé que Erik te habría aceptado con amor y respeto. Él es un buen hombre, fuerte y noble, y juntos podrían haber gobernado nuestro reino con justicia.”

Stella respondió con una leve sonrisa, aunque cargada de respeto y humildad:

“Disculpe, su majestad, por no estar disponible para esa posición. Pero siento que mi camino es este, tal vez mi destino es estar casada con el ser más oscuro.”

El emperador solo tenía que apoyarla:

“Sea cual sea tu elección, cuenta con que seguiré apoyándote como emperador y como hombre que respeta el valor y la determinación.”

Stella sintió un nuevo apoyo y respeto en esas palabras y respondió con gratitud:

“Gracias, su majestad, eso significa mucho para mí y para el futuro que deseo construir”.

El emperador se sorprendió amablemente y se levantó, indicando que era hora de retirarse. “Ya es hora de irme, tengo muchos asuntos que atender.” dijo con voz pausada y firme. Antes de salir, se volvió hacia Stella y, con mirada seria pero llena de ánimo, añadió:

“Algo más, no eres un sacrificio”.

Las palabras resonaron con fuerza en la habitación, llenando el aire de esperanza y fuerza.

Stella respondió con voz agradecida, sintiendo el peso y el significado de ese mensaje:

“Gracias, majestad.

“Entonces, que la fuerza te acompañe, Stella Lennox. El camino no será fácil, pero no estarás sola.”

Con esas palabras, el emperador se retiró, dejando a Stella con una mezcla de determinación y esperanza renovada para enfrentar su futuro.

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