Mundo ficciónIniciar sesiónDario observó a Luciana, no se acercó de inmediato, respetando el campo de fuerza que ella había levantado, vio el nudo en su cuello, y la forma en que sus nudillos aferraban el borde de la silla, él sabía que su propio arrebato al soltarla había sido igualmente revelador, el miedo instintivo a la exposición.
Se acercó lentamente a la mesa y recogió los fragmentos de código impreso, apilándolos con una precisión metódica, un intento de anclarse a la realidad táctica.
— Me alegro de que te haya ido bien — dijo Dario finalmente, rompiendo el silencio con una voz grave. No era una broma, sino una declaración de alivio, su propia voz le sonaba áspera, como si no la hubiera usado en semanas.
Luciana parpadeó, volviendo lentamente a la vida.
— Y yo de que estés de vuelta, Dario — respondió ella, sin suaviza







