Mundo de ficçãoIniciar sessãoA la mañana siguiente, Valentina, ya se había despertado y había ayudado a Matteo a alistarse para dejarlo en la escuela privada a la cual él asiste. Con todas las cosas que pasaron ayer... Valentina no puede pensar claramente, no estamos hablando de un simple encuentro con un conocido o familiar... Estamos hablando de Dante Santino...
Valentina, estando ya en casa, en la sala, apoyó la espalda contra la pared, respirando con dificultad, con una mano en su pecho. ¿y si Dante realmente investigaba sobre ella? ¿y si el conectaba las fechas? ¿y si enviaba gente a perseguirla? la cabeza le daba vueltas, tenía que proteger a Mateo, tenía que alejarlo de los Santino. Se pregunta si está situación era algún tipo de coincidencia de nuevo... Valentina tenía un prometido, al cual también amaba con todo su corazón, pero volver a ver a Dante y posiblemente en un futuro no muy lejano a la familia Santino... Es una patada en el estómago. Mientras estaba absorta en sus pensamientos un ruido la hizo volver a la realidad, era su celular, que vibraba en la mesa de café. al tomarlo se dio cuenta, de quién llamaba, era un número privado, Al contestar se dió cuenta que era Dante por su voz. —¿Qué es lo que quieres?.. —preguntó con la voz más firme que podía tener en ese momento. — No llames más a mi.. — ¿El está contigo? ¿Llegaste bien anoche? —la interrumpió Dante. — Dante, ya basta, es suficiente. —respondio con una voz firme. — Valentina, por más que lo niegues, ese niño es mío... Habla con mi mismo tono de voz y lo sabes. —Dijo con una voz mucho más baja, casi amenazante. — Ya te dije que no es tu hijo. — Entonces dame su fecha de nacimiento. —exigió el. — No te voy a dar nada, desiste. —dijo firme. — Sigues siendo mi esposa, te guste o no. —argumento él. — Y debes venir mañana a mi oficina o voy a buscarte yo mismo... Mis hombres ya me contaron dónde estás viviendo actualmente. Valentina podía sentir como su cuerpo se tensaba. Dante era así y nada lo cambiara. — ¿Me estas amenazando?... No tienes ningún derecho a hacer esto y lo sabes. —respondio. — Tengo todos los derechos, Valentina. —la cortó el en seco. —Mañana quiero respuestas, y te quiero a ti en mi oficina o juro por la tumba de mi padre que voy a arrancarte cada secreto que me escondes, cueste lo que cueste. — Dante por favor... No hagas esto. —dijo con la voz temblorosa. — Ya es muy tarde. —respondio él. La llamada se cortó sin despedida. Valentina solo dejo caer el teléfono al suelo y se cubrió la boca para ahogar el llanto que poco a poco salía. Sus lágrimas mojaron sus mejillas a medida que estás bajaban lentamente. Mañana tendría que enfrentarlo a como de lugar y no se sentía preparada para ello. No después de todo lo que pasó cerca de el. Su alma está tatuada con todas sus palabras... Palabras que se clavaron en su corazón. Valentina observó mano, su anillo de compromiso seguía en su dedo. Pero sabe que si va a donde se encuentra Dante, ya no existirá la paz con la que soñó cuando apenas se enteraba que estaba embarazada. Suspiró mientras veía la hora en el reloj de su pared. Se inclinó un poco para recoger su celular que había dejado caer previamente en intento rastrear a Dante pero fue imposible. Ese hombre sabe cómo esconderse y como dejarse ver. Tenía que ir, pero ya no iba a ser mañana, iba a ser hoy a sus oficinas. — Con un traje de diseñador impecable, tacones que hacían un eco ritmico por los pasillos, se dirigió hasta la oficina principal donde sabe que Dante estaría ahí. Al subir por el ascensor su corazón latía tan rápido por la anticipación de lo que pudiera pasarle. Salió con la cabeza en alto y abrió las puertas de la oficina de Dante, quién estaba sentado en su silla, solo una ligera sonrisa como quien dice "gane" se esbozaba en su rostro, mientras que Valentina estaba más que molesta. — Después de una pequeña charla incómoda, Dante tiró unos documentos que estaban engrapados en la mesa al lado de las manos de Valentina. Ella sabía lo que significaba en estos papeles... Y sin más empezó a leerlos. Claramente estaba en desacuerdo pero mucho no podía hacer... Ahora mismo se encontraba a merced de Dante una vez más. esa oficina se sentía que en algún momento iba a explotar de lo incómodo que era el ambiente, era demasiado grande, demasiado silenciosa y demasiado fría como para que ella firmara. — No seas quisquillosa, tienes que leer cada cláusula. —ordenó con voz firme. — esta vez no quiero malentendidos. Valentina suspiró y tomó aquellos papeles para comenzar a leer. Se dio cuenta que este era un tipo de contrato cosa que se le hizo un poco extraño. No tenía sentido para ella. Dentro de lo que leía había condiciones normales... Eso era al inicio, para luego darse cuenta que habían otras un poco más extrañas. -cláusula 7 : convivencia obligatoria. -cláusula 9 : acceso total a la información personal. -cláusula 11 : lealtad absoluta sin posibilidad de terceros. -cláusula 14 : custodia temporal compartida de Mateo durante la vigencia del contrato. Valentina frunció el ceño. — ¿Custodia de Matteo? ¿De mi hijo?... ¿Estas demente?... Dante la dio la cabeza, como si me diera su reacción. — Es para protegerlos a ambos. —dijo con una calma sospechosa. — No quiero que alguien intente usar al niño para dañarte o dañarme. Ella trago saliva. — Pero... Matteo es hijo de mi pareja actual, no tiene nada que ver contigo. Dante apoyó las manos sobre la mesa y se inclinó hacia ella, atrapándola con la mirada. — ¿Segura?. —su voz era baja, cargada de algo más profundo. — Hay cosas que no me terminan de quedar en claro Valentina. Un escalofrío le recorrió la espalda. — ¿A que te refieres?... Él se enderezó lentamente, cruzando los brazos. — Ese niño no se parece en nada a tu pareja actual, a la que mencionas... Ni siquiera un poco... — Ya te dije él no es tu hijo... Dante se levantó de su silla y caminó lentamente hasta ella hasta donde se encontraba sentada y poco a poco fue acorralando la contra la mesa. — Entonces explícame por qué estás tan nerviosa. su tono se volvió casi un susurro. ¿Por qué te molesta tanto la cláusula 14? — Porque es mi hijo Dante. —respondió firme. — Vuelvo y pregunto... Entonces, ¿quién es el padre es de algún otro hombre del que no tengo conocimiento o...?... Valentina suspiró. — Lo firmaré... Firmaré este contrato solo dejame en paz con este tema. Me vas a volver loca... Y ya no te hagas ideas raras. Dante sonreía pues Valentina había tomado un lapicero y se dispuso a firmar aquel documento, apenas terminó este le arrebató de sus manos aquellos documentos y la miró con una expresión que ella no había visto en mucho tiempo. una mezcla peligrosa de posesión... Deseo. Valentina intentó levantarse rápidamente de su silla e intentó huir, pero él la detuvo agarrando la firmemente de la muñeca y llevándola de nuevo contra la mesa. Él se acercó aún más, ella intentó empujarlo de nuevo para alejarlo. este agarró sus manos con suavidad sin lastimarla pero firmemente remarcando que no podría zafarse tan fácilmente. — ¿Por qué tiemblas, Valentina? —preguntó mientras sus labios rozaban su mandíbula, era apenas un ligero contacto lo suficiente para hacer que ella se estremeciera. Ella intentó hablar pero su respiración se cortó cuando él deslizó una mano por su cintura atrayéndolo hacia su cuerpo. — Respóndeme. —exigio con voz baja, ronca, peligrosa, llena de lujuria. Valentina cerró los ojos, sintiendo como la fuerza que la mantenía firme empezaba a deshacerse. — No quiero hablar de esto, Dante... Déjame irme aún qué sea a casa... —susurro tratando de mantenerse lúcida. Dante simplemente se rió solo para los oídos de ella punto y sin darle tiempo de replicar, capturó su boca con un beso, reclamando su territorio y poder sobre ella. la interrogación se volvió contacto, el contacto se volvió tensión, y la atención... simplemente estalló. Dante la de oro con un beso que no pedía permiso, su lengua invadió su boca con furia contenida, saboreandola como si quisiera borrar cualquier recuerdo que no fuera de el. Valentina soltó un gemido ahogado contra sus labios coma sus manos traicioneras se aferraron a su camisa y tiraron con fuerza, arrancando los primeros botones que cayeron al suelo con un sonido seco. Detestaba con su alma la familia Santino pero le encantaba cómo era Dante en estos momentos tan íntimos. el gruñó, bajo y peligroso, la empujó contra la mesa con más urgencia. los papeles se deslizaron y cayeron al suelo, ahora mismo ya no importaba nada. — Dime quién es el padre... —exigio de nuevo, mientras posaba su boca contra su cuello, mordiendo apenas la piel sensible bajo su oreja hasta hacerla arquearse. — Se honesta o te lo saco de otra manera. Valentina jadeó cuando sintió sus manos grandes subir por sus muslos, levantándole el vestido con una lentitud torturadora. sus dedos se clavaron en la carne suave justo debajo del encaje de sus bragas, marcándola. Ella intentó empujarlo pero él atrapó sus muñecas con una sola mano y las levanto por encima de su cabeza, inmovilizándola contra la madera. con la otra mano terminó de subirle el vestido hasta la cintura exponiendo su delicada tela negra que apenas cubría su zona íntima. — Quítame las manos de encima... —susurro ella pero su voz se creó se quebró en un gemido cuando él presionó su erección dura contra ella, solo una vez, lo suficiente para que sintiera cada centímetro a través de la tela. — Al parecer tu cuerpo extrañaba esto... Dime qué no me deseas. —ordeno el, mientras volvía a besarla intensamente mordiéndo su labio inferior hasta casi hacerle daño. — Vamos... Dímelo mirándome a los ojos. Valentina lo miró punto sus pupilas estaban dilatadas, llenas de deseo, practicamente no pudo mentir. en respuesta alzó las caderas y se frotó contra él con descaro. Eso fue todo lo que Dante necesitó. La alzó de un movimiento brusco y la sentó sobre la mesa. Sus manos rasgaron el delicado encaje de sus bragas con un sonido seco que llenó la habitación. Los dedos de el rozaron lentamente contra su intimidad expuesta. Al sentir lo húmeda que estaba, el solo se desabrochó su pantalón con una mano, con la otra sostenía su muslo abierto. Dante la tenía justo dónde quería, y sin mayor espera, embistió contra ella, haciendo que sintiera una vez más lo que se estaba perdiendo desde hacía años. Valentina se aferraba a la espalda de Dante, rasguñandolo, solo pedía que este momento no se terminara jamás. Era tan delicioso y lujurioso que no se contenía. Y con eso, la puerta del despacho se cerró de un golpe que retumbó en todo el piso. Dentro de aquélla habitación quedaron los jadeos, gritos ahogados, los muebles que se movían... Y una verdad que ya no podían negar ninguno de los dos. -Continuara.






