La construcción de Luminaria marchaba con fuerza. Las casas crecían entre raíces viejas y campos nuevos, y los niños de las tres razas jugaban sin miedo en los pasillos de piedra recién tallada. El futuro parecía claro, luminoso. Pero como siempre, el pasado aguardaba bajo tierra, listo para hacerse escuchar.
Fue durante la colocación de los cimientos del Salón de Saberes, cuando los obreros dieron con una estructura inusual: una cámara subterránea, sellada por una piedra curva cubierta de tierra y líquenes milenarios. Lo que al principio parecía un simple búnker de guerra antigua, pronto reveló algo más profundo.
—No es un refugio común —advirtió Vania, examinando las runas grabadas en la roca—. Estos símbolos preceden in